Hablábamos no hace mucho de la generalización de los escenarios BYOD en la empresa. Este tipo de situaciones, en las que se permite a los empleados el uso de sus propios dispositivos para realizar su trabajo, presenta muy diversas variantes y diferentes grados de adopción según el tipo de empresa y, evidentemente, el tipo de puesto laboral del que se trate (generalmente de cuello blanco).
Aunque se trata de una tendencia que se popularizaba en el ámbito de los dispositivos móviles de última generación (smartphones), hoy se extiende a todo el equipamiento informático que cualquier empleado necesita para su trabajo diario.
Se trata de dispositivos “conectados” en un entorno generalmente dominado por la nube informática; con lo que eso significa en términos de potenciales fugas de información y los consiguientes riesgos reputacionales para la empresa.
Desconfianza del empleado, teléfonos zombies, demandas, regulación vigente… son todos elementos que juegan en esta situación de complejidad; y que requieren, cada vez más de una adecuada gestión.
Los cargos por llamadas internacionales, el coste asociado a la itinerancia, el cargo de planes familiares a la factura de empresa. Son muchos los puntos de control que debemos incorporar. Algunos estudios (Aberdeen Group) hablan de un 33 % de sobrecostes de gestión de los programas BYOD en las grandes empresas de EE. UU.
Por otro lado, no está muy claro cómo cumplir con la regulación de protección de datos en un programa BYOD típico, en el que debemos incluir dispositivos móviles de uso personal y generalizado.
La paradoja de la productividad y el “presentismo” llevan a tener que gestionar listas negras de aplicaciones en los dispositivos de los empleados.
Las fugas de información hacia los servicios personales en la nube están a la orden del día: el ejemplo paradigmático es Dropbox, si bien sus competidores no dejan de crecer en número y funcionalidad.
Las aplicaciones de mensajería se perfilan, de hecho, como herramientas sencillas para el espionaje industrial en este tipo de escenarios, facilitando mucho la comunicación y la fuga de información sin control posible desde las plataformas corporativas de gestión (Mobile Device Management, MDM)
El problema es que la privacidad del empleado se mueve entre la regulación y la percepción. Exisate una tendencia, bien documentada, a la sobrecarga de trabajo y la extensión de “las horas de oficina”. La redacción de políticas de uso un tanto draconianas juegan en contra de esa confianza.
La lucha contra los teléfonos “zombies» y la pérdida de dispositivos, además del coste económico que supone, implica un riesgo claro asociado a la información que contienen esos dispositivos.
Se trata, sin duda, de un escenario complejo. Un escenario en el que Nubefone aporta una solución eficaz y eficiente para una configuración BYOD “blanda”, ofreciendo un producto funcional sin integración técnica alguna (se trata de una simple App que se puede incluir en cualquier entorno MDM) y que incluye una gestión completa de usuarios y control del gasto detallado y en tiempo real.